jueves, 7 de junio de 2012

Economía una ciencia de letras

Cuando yo era joven y estudiaba, aunque no mucho, recuerdo que parte de la luz al final del túnel se producía en quinto donde algunos nos deshacíamos del ladrillo de la filosofía y el latín y otros del adoquín de la física. Llegaba el momento  en el que los que íbamos a ciencias o a letras nos despedíamos.
Hoy veo que aquello fue un gran error y que la economía es de letras, desconozco si se aceptan en económicas créditos obtenidos por haber estudiado a los filósofos griegos, pero si no es así debería serlo. Como se explica si no que la macro-economía se mueva a golpe de comentarios sin que cambien los números. Sale uno y dice que quizás se debería hacer tal cosa y las bolsas suben y las primas bajan, entonces sale el otro listo y matiza la parrafada del primero y claro la bolsa baja y la prima sube o las dos suben o las dos bajan y todo esto sin que nadie sepa porqué y puede ocurrir en minutos, pero los macro-números no han cambiado en nada y si ha cambiado en algo solo ha sido porque lo que han dicho y lo más curioso es que si hubieran dicho lo contrario el resultado podría haber sido el mismo, o no. Solo la palabra, no hacen falta acciones para que unos ganen y otros pierdan.
Esto pasa también en las grandes corporaciones, por eso es tan importante que los CEO’s  se reúnan con los responsables  de marketing e I+D antes de hacer sus comentarios a los analistas del mercado. Son estos departamentos los que le ayudan a vender humo e ilusión, los financieros pueden ofrecer  menos humo aunque siempre los departamentos de finanzas y ventas  pueden colaborar facturando antes de tiempo creando pedidos que el cliente todavía no ha cursado, demorando la aceptación de devoluciones y etc., etc.
El CEO dando información como;  nuestro departamento de I+D está en la última fase de desarrollo de la quinta maravilla de la que el mercado tiene una gran necesidad. Y además estamos explorando la posibilidad de llevar la caballería a tal sitio del globo (antes era China) que nos permitiría incrementar nuestras ventas sustancialmente el los próximos años y tenemos un proyecto con Supercompany que se materializará en breve y si el CEO además añade que están en proceso de optimación de los recursos y que van a dejar ir a un 15% de su plantilla entonces es cuando las acciones se disparan y él que no es un empleado sino un mercenario, vende una parte de su share option y a otra cosa mariposa hasta la próxima reunión con los analistas. A quien le importan los números de la compañía mañana si hoy con solo hablar ya has materializado tu beneficio futuro. No se si a alguien le suena algo de esto, yo es que lo he vivido.
Hoy leo y no para mi sorpresa que Facebook, muy probablemente, desaparecerá antes de 2020, en 18 días ha perdido un 32%. Salió a bolsa por valor de 100.000 millones de dólares, como Pepsico  (ventas de 66.000 millones) pero con una facturación de solo 3.700 millones y 1.000 de beneficio neto. Es obvio que los números no significaron nada. Vendieron que como cada vez hay más usuarios,  la venta de publicidad iba a ser la bomba pero no hoy, en el futuro. Ahora sabemos que la publicidad en Facebook, vender lo que se dice vender, no vende un kiko. Seguro que una gran parte de los pequeños nuevos accionistas han sido usuarios de Facebook que querían ser parte de esa gran familia de la que tanto han disfrutado y ni miraron los números. Y ellos serán los que más pierdan. A que este déjà vu también os suena. Parece que nos cuesta mucho aprender.
Para los más jóvenes tengo esta historia:
Hubo un tiempo, antes de Reagan, que las abuelitas compraban telefónicas por que eran seguras y porque con el rendimiento que daban sus acciones complementaban su bien merecida pensión, estas abuelitas nunca llegaron a preocuparse por si subían o bajaban pues no las venderían en vida, solo comprobaban que les llegara a su cartilla de ahorros el dinerito de sus telefónicas y felices de la vida. Así era la bolsa en el pasado, el ciudadano de a pie no invertía para vender al día siguiente sino para obtener un rendimiento y es que éste era el objetivo de las compañías. Pero claro eso ya es historia y hoy el corazón de las abuelitas no podría sobrevivir y caerían como fichas de dominó.

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